Sobre la reestructuración de la deuda y en defensa de la palabra austeridad

Sobre la reestructuración de la deuda y en defensa de la palabra austeridad

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Vaya por delante que en este artículo el autor no pretende posicionarse ni del lado de los partidarios de las políticas de austeridad, ni del lado de los partidarios de las políticas de crecimiento. Es una discusión estéril y el autor se posiciona del lado de las políticas eficientes, del lado del gasto eficiente y del lado del ahorro eficiente. Dicho lo cual al lío.

Para empezar se trata de un debate ficticio y demagógico. ¿Por qué? Porque cualquiera que haya trabajado en la reestructuración de la deuda de una empresa o de un grupo empresarial sabe que la negociación en estos casos no se plantea entre gastar y no gastar, ya que esto sería un reduccionismo absurdo. Lo que se discute es en qué gastamos, para qué y si ese gasto es o no beneficioso para ambas partes: el que quiere pagar y no puede; y el que quiere cobrar y no puede.

La reestructuración de una deuda es un tema lo suficientemente técnico como para no enredar al personal con debates estériles ya que lo único que se consigue es sembrar confusión. Está claro que eliminar el gasto necesario en inversión, o el necesario para el mantenimiento o prolongación de la vida de activos productivos sería una soberana estupidez además de un error de principiante. Básicamente lo que un buen profesional hace es analizar si un gasto es necesario para mantener la generación de beneficios así como anticipar escenarios con los efectos que producirían su eliminación, y en función de esto decide. O sea que no tiene por qué haber un debate filosófico, es una cuestión puramente técnica. El resultado es el mismo lo mires desde la derecha o desde la izquierda.

Y ahora quiero defender a la palabra “austeridad”. Durante la crisis griega, luego durante la campaña electoral, y ahora en el debate de la eterna investidura, la palabra  “austeridad” está siendo duramente atacada. He llegado incluso a tener la sensación de que se trata de un término con connotaciones insultantes o peyorativas. Y la verdad, esto no me ha gustado nada. Sobre todo si el ataque viene de alguien que nunca ha participado en un proceso de reestructuración de deuda.

¿Por qué no me ha gustado? porque yo identifico la austeridad con el señorío, con el orden, con el dominio sobre uno mismo y sobre las cosas que uno tiene; con el respeto a las cosas materiales y a su buen uso; y con la solidaridad y la ayuda al prójimo. Con lo que atacar al vocablo es hacer un flaco favor al lenguaje y sobre todo a las generaciones venideras.

  1. Pieper decía que la austeridad nos disponía a una “autopreservación altruista” a un camino de plenitud personal y de apertura a los demás. Sin duda la austeridad es una virtud cercana a la templanza y a la sobriedad, virtudes todas ellas indispensables para alcanzar una vida plena y libre y es lo contrario al despilfarro, a la opulencia o a la superficialidad.

Así que señorías  no se calienten tanto, dejen trabajar a los técnicos, a los que saben de verdad y de paso dejen de destrozar el lenguaje a base de nominalismo baratero. Austeridad es una palabra simplemente preciosa.

2 Comentarios
  1. Entonces ,¿identificas a los que se quejan de la austeridad con gente que aboga por la economía ineficiente y el gasto sin control?
    Creo que no nos has entendido bien, y también algunos de esos nos hemos dedicado a la reestructuración de deuda. Claro que no somos partidarios del derroche de recursos, ni en una empresa privada ni en la administración pública, y está claro que no ha venido del todo mal esta crisis, ya que nos hemos tenido que reinventar muchos y hemos tenido que ver al detalle qué gastamos y en qué. Se ha experimentado un ajuste de esa economía hinchada y sin solidez. Pero el problema es que la palabra austeridad la han pervertido los gobiernos europeos: se han implantado políticas con el único fin del pago de la deuda, asfixiando a las clases sociales mas bajas. Con ello se ha conseguido pagar hasta el último céntimo de capital e intereses, de momento, que se debían, pero dejan la capacidad de consumo interno bajo mínimos y con un futuro todavía mas inestable. La frase de “nos hemos pasado 4 pueblos con la austeridad” es de las mas sensatas que se han dicho últimamente.

    1. Hola Miguel, un placer contactar contigo. Creo, por tu comentario, que coincidimos casi plenamente en lo que al tratamiento de este tema respecta. De hecho pienso que la mejor manera de repagar esa deuda es con crecimiento, como en una empresa cuando presentas un plan de negocio. Desde luego si haces desaparecer a la clase media te cargas el motor de tu economía. Mi idea de fondo es sacar una decisión tan compleja del debate político, en el que muchas veces se tratan estos temas a la ligera. Gracias por tu apreciación. Desde luego da para varios artículos.

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