En el transcurso de la crisis económica reciente alguno puede haberse quedado con la idea de que una refinanciación es una especie de parche o alivio pasajero en una situación empresarial complicada, cuando en realidad una restructuración profesional de la deuda de una empresa ha de ser siempre una solución definitiva.
Una buena restructuración o refinanciación de la deuda de una compañía lleva aparejado necesariamente un plan de negocio que es capaz de demostrar que la solución que se propone, sin duda es la que más conviene a financiado y financiador. El plan de negocio, o plan de viabilidad si la situación es muy extrema, es el que da sentido a toda la refinanciación, y es un arma sin la cual es muy difícil –por no decir imposible- llevar a cabo una buena negociación. De ahí la necesidad de que además sea una herramienta dinámica capaz de generar escenarios.
No se refinancia una compañía únicamente cuando van mal las cosas sino cuando el plan de negocio me indica que en un momento dado, por las circunstancias que sean, la estructura de la deuda de mi compañía va a arrojar un déficit y hay que cubrirlo. Es importante anticiparse a las tensiones de tesorería.
Hay que dejar espacio para el crecimiento y la inversión. Las empresas que no crecen y no invierten empiezan deteriorándose para finalmente entrar en crisis, y muchas terminan muriendo por esta causa. Por tanto, es imprescindible incluir en el plan de negocio las necesidades de tesorería que la compañía va a necesitar también para atender al crecimiento y la inversión. Hay que ser capaz de hacer entender al financiador que dicho crecimiento es imprescindible para ambas partes pues supone un incremento de las garantías y una reducción de la prima de riesgo. Pero, ¿cómo lograr esto? Bien contemplándolo en las previsiones de caja, bien solicitando la inversión adicional necesaria.
Las empresas tienen una capacidad de endeudamiento limitada y un nivel óptimo de endeudamiento (que las hace más rentables). Unos se aventuran a decir que el límite está en 4 – 5 x Ebitda; otros hablan de un porcentaje sobre ratio deuda total / capital total… la realidad es que cada compañía tiene su propio límite y su nivel óptimo, y ambos dependen de muchos factores. Un factor fundamental es la capacidad de generación de caja, pero también hay que considerar el sector, el modelo de negocio, etc.
Aceptando que hay un límite de endeudamiento, nos quedan palancas todavía por activar:
- El producto o vehículo a través del cual he articulado mi financiación tanto en el corto como en el largo plazo. Cada vez existen más herramientas y vehículos para financiar a las empresas. Su funcionamiento y características son diferentes. Hay que conocer todos para entender cuál es el mejor para cada caso.
- Estructura del repago. El cuadro o los cuadros de amortización de la deuda (principal e intereses) o “cómo voy a pagarte lo que te debo”
- El financiador. Existen cada vez un número mayor de financiadores y cada uno de ellos tiene su propias reglas a la hora de comprar deuda y sus características. Además de las entidades financieras están los organismos oficiales, los inversores profesionales o privados, los fondos de capital riesgo, los fondos de deuda, las plataformas de crowdlending, etc.
Por último una consideración importante. El precio no lo es todo. Suele ocurrir muchas veces que una estructura eficiente de deuda aun siendo más cara hace más rentable a una compañía que una financiación barata pero con una estructura no adecuada.
Atrás quedaron aquellos tiempos en los que los directores de las oficinas tenían atribuciones para conceder riesgo y el tema de la refinanciación de mi compañía se solucionaba con un café en el bar del polígono, o simplemente mandando las cuentas anuales. No, ahora ya no decide el director, ahora deciden los hombres sin rostro: el comité de riesgos.
Solamente hay una manera de convencer a un comité de riesgos de que la restructuración de la deuda de una compañía es necesaria: planteando la misma de manera profesional.
¿Qué habilidades y conocimientos ha de tener un asesor independiente para llevar a cabo una restructuración adecuada de una Compañía?
Aunque seguramente me deje alguna habilidad importante me gustaría resaltar estas cinco:
- La experiencia es un grado siempre. Las operaciones de restructuración son complejas y la experiencia permite aportar soluciones o puntos de vista aprendidos en otras operaciones similares o análogas. Conocer de antemano la manera de trabajar de tu interlocutor es clave a la hora de plantear soluciones y esto sólo se consigue con experiencia.
- Conocimientos técnicos. La elaboración de un buen dossier, de la estructura óptima de financiación que requiere una compañía y de un buen argumentario sin duda ha de estar en manos de un profesional con los conocimientos técnicos (financieros y jurídicos) adecuados.
- Un buen asesor tiene, gracias a la experiencia en operaciones anteriores contactos que pueden facilitar mucho tanto la marcha como el resultado de la operación. De la misma manera es capaz de hacer competir a potenciales financiadores con el objetivo de mejorar el precio o las condiciones.
- Habilidad negociación y venta. La refinanciación de una compañía no deja de ser una venta de la deuda de mi compañía y por tanto son cualidades que no pueden faltar.
- Sin duda da mucho confort al financiador que sea un tercero independiente el que haga una revisión completa de los estados financieros y unas buenas proyecciones. Esta manera de presentarse genera confianza al financiador tanto en la fase de estudio como en la de negociación.
En EFE&ENE tenemos una dilatada experiencia y contamos con profesionales que han participado en operaciones de restructuración de deuda de compañías grandes y pequeñas y en multitud de sectores. Si este artículo te ha generado cualquier necesidad o inquietud estamos por supuesto a tu servicio para estudiar tu caso.