La conexión entre economía real y economía financiera

La conexión entre economía real y economía financiera

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Escrito por publicada en Área Corporate

Este eterno debate que para los economistas clásicos tenía como conclusión final que los mercados financieros no tenían impacto en la economía real (concepción simple de lo que debería considerarse como economía productiva, bien sea en sectores primarios como el agrícola, ganadero o minero, el sector industrial, o los servicios).  Esta conclusión basada en el hecho de que los mercados tienden al equilibrio y reajustan sus distorsiones, parece que simplifica demasiado las cosas. Y tanto. Es más, las experiencias vividas recientemente y las últimas previsiones nos indican algo bastante diferente.

En la última edición del World Economic Outlook que el FMI publicó a principios de año ya lo ponía de manifiesto con su título “Se atenúa la demanda y se empañan las perspectivas”. Las previsiones de crecimiento se han revisado a la baja y la situación financiera pinta gris. Lo que no se puede concluir es que la caída de la bolsa deba arrastrar a la economía mundial a un periodo de bajo crecimiento, como predicen algunas fuentes. Se tiende a considerar las transacciones financieras como un velo que oculta el verdadero funcionamiento de la economía. Analicemos los motivos de la controversia. Es más, intentaremos detectar si hay canales que transmiten los impactos de una economía a otra, es decir, entre la real y la financiera y si se han modificado o tienden a la normalidad.

Empecemos por China, que a mediados de julio anunció una revalorización del yuan. Se alegaron varios motivos y esto supuso el colapso del mercado bursátil asiático. En principio, el problema se redujo a inversores locales y se esperaba una desaceleración de una economía recalentada. Normalmente, esto habría supuesto una caída en las importaciones Chinas, en la energía, las materias primas, los productos agrícolas y en los bienes de capital, afectando a países productores de petróleo y a otros como, Brasil, Chile, Argentina, Alemania… Sin embargo, la caída del PIB  chino era mayor de lo esperado. La devaluación del yuan fue precedida de salidas de capital de China y de sus reservas en divisas (que se calculan en tres billones de dólares) y se están reduciendo considerablemente.  Las autoridades se han esforzado en trasladar que el modelo se está cambiando, pasando de uno basado en las exportaciones y la inversión pública a otro impulsado por la demanda privada interna. Esto va a llevar al país a un terreno desconocido y sin garantía de que se mantengan las tasas de crecimiento habituales.

Entonces, ¿habría que considerar que esto ha tenido influencia en los mercados bursátiles occidentales? En principio, en un modelo basado en el comercio, esto sólo debería haber afectado a las empresas que exportaban al país. Pero hay otros elementos. Teniendo en cuenta la delicada situación económica de algunas economías occidentales, desde el punto de vista de, bajo crecimiento, elevada deuda, bajos tipos de interés, exceso de liquidez, activos sobrevalorados con respecto a los beneficios empresariales, aumento de la volatilidad… en definitiva, que estos factores financieros parece que han afectado más que los comerciales. Para algunos, estos problemas financieros son temporales, pero para otros anticipan problemas más graves.

En un artículo anterior, hablaba de la subida del petróleo, pero esta tendencia en el precio  no ha de interpretarse como una “vuelta a la normalidad”. En los tiempos en los que vivimos, ¿Qué es lo normal? Lo normal, hubiese sido que la bajada del precio del petróleo hubiese beneficiado a todos los países excepto a los exportadores de crudo, pero la realidad ha sido bien distinta. Si bien, se ha mejorado la balanza comercial de algunos países (como España), se ha perjudicado la de otros. Parece que a nivel global, las pérdidas han sido mayores que los beneficios y algunos países han tenido que hacer ajustes macroeconómicos que han tenido impacto en la demanda mundial (el ejemplo de Arabia Saudí). Esos precios reducidos han perjudicado el desarrollo de otras fuentes de energía alternativas. La cancelación de proyectos se ha cuantificado en un coste en Estados Unidos de 400.000 millones de dólares, que afectará a bancos e inversores.

Otro de los aspectos que conecta los mercados financieros y la demanda agregada es el relativo al sistema de pensiones. Históricamente, la bolsa se consideraba como un espacio para especuladores e inversores especializados, pero gran parte de los ahorros de muchas personas, se invierten en bolsa (a través de planes de pensiones), sobre todo, en un escenario de tipos excepcionalmente bajos. Por lo tanto, la evolución de las bolsas, afecta a muchos.

Recientemente, el Comité de Política Monetaria del Banco de Inglaterra, analizaba tres factores a tener en cuenta a la hora de establecer las políticas monetarias y por lo tanto, del conjunto de la economía: la deuda, la demografía y la distribución de la renta. En su análisis, se mostraban las siguientes reflexiones. Referente a la deuda, para desapalancarse, se requieren tipos de interés más bajos que el crecimiento del PIB; referente a la demografía, el efecto de tipos de interés bajos con una población en proceso de envejecimiento y con mayor esperanza de vida, podría ser negativo; y referente a la distribución de la renta, una concentración de la riqueza en manos de un grupo más pequeño, tenderá a reducir los tipos de interés al aumentar los ahorros.

En definitiva, esto nos podría mostrar que vamos a vivir un largo periodo de tipos de interés bajos, incluso con un crecimiento económico que se aproxime al potencial de cada economía. Es cierto que esta conclusión puede ser tan incierta como las premisas sobre las que se apoya, pero lo que sí sabemos es que el futuro no tiene el por qué comportarse como el pasado.

Así, al hacer una valoración de la importancia de la economía real frente a la económica, ya no estamos seguros de cuál es la locomotora y cuál es el vagón. De lo que sí estamos seguros en EFE & ENE es que a la hora de analizar las carteras de nuestros clientes y estudiar el universo de alternativas de inversión, tenemos que considerar los indicadores macroeconómicos, los fundamentales de las compañías y por supuesto las tendencias de los mercados financieros.

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