Tuve el placer ayer de participar en la sesión de presentación del Executive MBA que organizan conjuntamente la Universidad Católica de Valencia UCV y APD en Valencia. Expuse el módulo relativo a finanzas corporativas que coordina EFE&ENE en nombre de Luis Tarabini-Castellani, como director del área de Corporate, por estar él fuera de Valencia.
Antes de ir hacia la sesión estuve pensando en el despacho sobre qué tema interesante podía hablara los asistentes, aparte de explicar lógicamente el contenido del módulo y sus principales objetivos. Se me ocurrió hablar sobre un tema que considero no solamente interesante, sino que es una de esas cuestiones en las que se puede marcar la diferencia. Me estoy refiriendo a la creatividad en las finanzas corporativas.
¿Creatividad en finanzas? Pues sí, paradójicamente en el sector financiero vivimos en una cultura que se ha ido poco a poco alejando de la especialización y acercándose a la estandarización de casi todo, e incluyo en esta reflexión no sólo a los procesos sino también a los productos o soluciones bancarias tanto para el pasivo como para el activo.
Pues bien, en las finanzas corporativas la creatividad, que es consecuencia de un profundo conocimiento y dominio de las mismas, es hoy más que nunca necesaria. Cada compañía tiene un modelo de negocio, y cada modelo de negocio tiene unas necesidades operativas de financiación diferentes; unas necesidades diferentes en cuanto a la financiación del largo plazo, y una manera diferente de generar flujos de caja. Vengo a decir esto porque no se puede ofrecer a una compañía una solución financiera estándar, sino que es necesario que financiador y financiado conozcan bien ese modelo de negocio con el fin de articular una solución que sea la mejor para ese modelo de negocio concreto.
Participé hace tiempo en la reestructuración de la deuda de un grupo en la que la propuesta que se iba a firmar -y en la que ambas partes habían llegado ya a un acuerdo- provocaba en el medio plazo una situación de tensión en la tesorería de la compañía que estoy convencido no iba a ser capaz de aguantar. Cito esto por no hablar de otros aspectos como la financiación de las inversiones necesarias para que dicha compañía pudiera producir, que ni siquiera se habían tenido en cuenta a la hora de plantear la reestructuración. Una vez hecho el pertinente análisis y sus correspondientes proyecciones financieras la conclusión de todos fue la misma, se estaba parcheando el problema y no se estaba articulando una solución definitiva. Finalmente se rehízo la propuesta y se estableció un calendario de amortizaciones que se acompasaba con los ritmos de generación de caja, y con las inversiones que se tenían que llevar a cabo sí o sí, y con los pagos pendientes, etc. En este caso el sistema de amortización francés se iba a convertir en el enterrador de la compañía y lo que había que hacer simplemente era cambiarlo.
Las finanzas corporativas han de estar al servicio de la creación de valor para el socio. No se puede ni debe sacrificar este punto por mucho que nos intenten encorsetar con productos o soluciones estándar. Hemos de ser siempre creativos.