Vivimos en la situación geopolítica, social y financiera más compleja jamás vista. Vivimos con más del 50% del PIB mundial en elecciones, países en quiebra técnica, bancos en respiración artificial y la tasa de pobreza en subida libre, y al mismo tiempo también contamos con más oportunidades que nunca para llevar nuestros proyectos a cabo, los recursos más increíbles que jamás hubiéramos soñado en términos de conocimiento, comunicación y tecnología y no sólo eso, la mayoría están al alcance de cualquiera, muchos incluso gratis.
Por tanto no cabe duda de que nos encontramos en un punto de inflexión que marcará los próximos veinte años: ¿austeridad o gasto? ¿modelos públicos o privados? ¿enfoque aperturista o proteccionista? ¿ecosistema bancario o inversor? No hay una respuesta fácil a estas preguntas porque todas ellas suponen un camino sin retorno, y es que ni siquiera es sencillo o directo comprender los distintos mecanismos que hay en marcha hoy en día en el mundo y todas sus relaciones para poder hacer un diagnóstico y tomar una decisión.
Nos ha de bastar con parche tras parche, según parece, y desde los medios a los políticos nos lanzan el mensaje de que debemos reducir toda la situación a una sola cifra que sea blanca o negra y que es la única que importa en cada momento: ayer era la prima de riesgo, hoy es el fiscal cliff y mañana será el rescate a España. El resto parece que no entra en la ecuación.
Desde la distancia creo que es un grave error, que sólo se explica bajo un modelo de poder: la única motivación de la clase política es perpetuarse y hará lo que sea necesario para conseguirlo porque además tiene el poder para hacerlo. En particular en el mundo occidental esto lo hará además sin ninguna visión a largo plazo, puesto que confía en que siempre podrá cambiar las reglas del juego a su conveniencia.
Siendo prácticos, y aparcando la posibilidad de una revolución, ¿qué podemos esperar? A vista de pájaro, y en términos exclusivamente financieros, lo siguiente:
– Una carrera inflacionista para reducir la deuda en términos reales (no nominales)
– Una progresiva devaluación competitiva del dólar
– Una nueva crisis, aún mayor y por los mismos motivos,
– Una mayor consolidación fiscal en Europa para afrontar la pérdida de competitividad y la carga financiera
Conclusión: Antes de tomar decisiones pensemos como políticos en clave de autoconservación y será difícil equivocarse.
¿Una nueva crisis? Pues entonces no aparque usted la posibilidad de la revolución.
Si todo lo que se puede hacer es sentarse y dejar que los políticos lo “arreglen” Dios nos pille confesados
Pues igual es dios quien lo acaba arreglando, nuestros gobernantes rezan mucho y salen en procesión siempre que pueden. Incluso interceden por nosotros ante el Papa. Fe no les falta, capacidad, no sé yo…