La vida es una toma de decisiones continua. Empiezas la mañana decidiendo si en tu café quieres azúcar (blanco o moreno), o sacarina. O mejor, solo. Si coger paraguas o no, según la predicción meteorológica o tu propia intuición. Hay decisiones que suponen más riego que otras, está claro. Pero la cuestión en cualquier caso es elegir, y elegir bien.
El momento de invertir es fundamental para cualquier empresa. ¿Lo has vivido? ¿Estás en ello? Supone apostar por un sector, actividad, bien o nicho de mercado concreto. Elegir.
Al igual que en el ajedrez, invertir supone ciertos riesgos. Pese a que tengamos un amplio conocimiento de los elementos que mueven el mercado, ninguna inversión es ciento por ciento segura. Siempre habrá factores de incertidumbre vinculados a cualquier movimiento que emprendamos o pieza del tablero que movamos.
¿Eso quiere decir que no debemos invertir? Todo lo contrario: hay que hacerlo, pues de ello depende en buena medida la continuidad de las empresas y los proyectos para su desarrollo, crecimiento o internacionalización.
La cuestión es la siguiente. Seguir una buena estrategia a la hora de invertir: cuándo, cómo, cuánto, a través de qué métodos y bajo qué criterios. Ahí reside la clave: no tanto en lo que invertimos, sino más bien en las condiciones en que lo hacemos. Esto hay que tenerlo claro. Y consultarlo con quién lo tenga más claro que tú, aún.
Es lógico que cualquier inversor busque empresas con ventajas competitivas duraderas, que sean capaces de ofrecer de forma constante una alta rentabilidad del capital.
Pero, vayamos al grano. ¿Cuáles son las características de la mejor empresa en la que puedes invertir?
Para todo inversor que se precie, los oligopolios son la piedra filosofal. Sectores en los que la oferta tenga capacidad para fijar precios y mantener a largo plazo unos altos niveles de rentabilidad sobre el capital invertido. Los sectores que operan en régimen de oligopolio gozan de una ventaja sin precedentes, esta es que las empresas poseen un gran control del nivel de oferta. Con este control logran regular la inversión de capital en el sector y por tanto mantener las altas rentabilidades.
Un oligopolio se da cuando un mercado lo controlan mayoritariamente pocas manos, pero normalmente la regulación no es tan limitante como en los monopolios. Como consecuencia, las rentabilidades son muy sustanciosas y es una situación en la que como inversor conviene participar.
Ejemplos que podríamos citar:
• Los medios de comunicación, que se reparten el espacio radioeléctrico.
• Las semillas a nivel mundial, controladas al 75% por tres compañías.
• La insulina, dominada por tres farmacéuticas, una en particular.
• Los sistemas operativos de ordenadores y smartphones.
• Los proveedores de redes sociales.
• El mercado publicitario online.
• Las zapatillas deportivas.
• El petróleo y el gas.
El resultado para estas compañías son unos márgenes superiores, un mercado cautivo y unas barreras de entrada cada vez más altas para los competidores.
Una situación de la que nos podemos aprovechar como inversores, y participar de ese entorno ideal.
A la hora de invertir, apuesta por los oligopolios.