Ayer me quedé totalmente atónito cuando veía un documental sobre el Mar de Aral, uno de estos “mares” como el mar Caspio o el mar Muerto que en realidad fue un gran lago. Y digo fue porque pasó de ser un lago navegable del tamaño de Irlanda (!!) con gran actividad pesquera desde tiempos inmemoriales a convertirse en un desierto (Nasa, 1989-2008):
Esto significa que en menos de una generación está a punto de desaparecer todo aquello en lo que habían basado sus vidas poblaciones enteras de pescadores. Lo impensable, y a toda velocidad.
No crean ustedes que lo anterior obedece al cambio climático o al orden natural, es meramente fruto de la sobreexplotación rusa de sus afluentes, a conciencia y sabiendo que los canales que trasvasan están mal hechos y pierden hasta el 70% del agua que reciben. Algo que las familias que vivían gracias al Mar no fueron capaces de calibrar en toda su magnitud.
¿Qué le importa esto a un asesor financiero? Casi todo. No ha habido crisis financiera realmente importante que no haya seguido este patrón:
- Aparece una amenaza para el status quo de la mayoría, que empieza a crecer (apalancamiento, burbuja, explotación de afluentes sin medida, etc.)
- Ha estado anunciada por una minoría informada, que ha actuado cuando aún los síntomas son pequeños o invisibles
- Ha sido ignorada por la mayoría desinformada, o recibida con la inacción
- Ha ocurrido de forma fulgurante, sorprendiendo a dicha mayoría
El resultado es siempre el mismo: Barcos en el desierto. O bancos, o empresas, o familias.
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