La elusión fiscal a través de la creación de estructuras fiscales internacionales ha sido una constante a lo largo de la historia reciente, aunque bien es cierto que ahora se han puesto de moda, y además vienen promocionadas por rostros tan publicitarios como los Almodóvar, muchos deportistas de élite, una parte de la clase política mundial, y hasta infantísimas de España.

¿Por qué existen este tipo de estructuras? La privacidad es el primero de los motivos que se aducen a la hora de optar por una sociedad opaca en un paraíso fiscal. Algunos incluso invocan su derecho a la protección de la intimidad. No nos engañemos, detrás de este tipo de sociedades en paraísos fiscales hay las más de las veces un animus delinquendi.

El caso de Panamá por cierto es curioso pues España no la considera paraíso fiscal, Francia sí, la OCDE mantiene al país en la lista gris… para el caso da igual, me refiero a ocultar dinero para no pagar impuestos.

Ciertamente hay empresarios -y en determinados países del mundo me atrevo a decir que la mayoría- que son extorsionados y amenazados. También hay países en los que los gobiernos expropian de manera descaradamente injusta a todo aquél que no profesa su credo, o que no paga la mordida correspondiente. Son casos extremos y desde luego no es el caso de España. Por otro lado hay países en los que la presión fiscal es tan desmesurada que puede llegar a ser considerada confiscatoria.

Es muy complicado citar una causa puesto que son muchas las que se podrían traer a colación a propósito de la elusión fiscal: la falta de transparencia en el destino de los impuestos y en su racionalización y reparto; La carga fiscal excesiva que provoca que muchos no tengan otro remedio o piensen que se paga demasiado, etc. etc.

La creciente ola de corrupción en la que vive la sociedad española provoca que se haya instalado en la sociedad una especie de conciencia en la que “todo vale” pues todo el mundo lo hace. Esta ola de corrupción además provoca una sensación generalizada de que “pagar impuestos es de pobres” y de que los ricos no pagan lo que deberían. Como no, esto provoca que se incendie la calle e incrementa sin duda la estimación de voto de los ismos de todo tipo.

A través de la educación para la ciudadanía; o de la doctrina social de la Iglesia; o de la ética para Nicómaco, da igual, pero se debería de formar en los colegios a los futuros contribuyentes en lo bueno y necesario que es pagar impuestos, pues es un deber de justicia con el prójimo y la sociedad; y lo malo que es no pagarlos porque provoca un daño irreparable en la sociedad, y en uno mismo. Sí, en uno mismo porque efectivamente no es lo mismo ser corrupto que no serlo y porque por culpa de los que defraudan los que no lo hacen tienen que pagar más.

Es perfectamente legal utilizar un vehículo para minimizar el impacto fiscal. La ley lo prevé y lo protege. Es perfectamente legal utilizar una sociedad para canalizar inversiones, y es perfectamente legal crear una estructura societaria compleja con el fin de minimizar el impacto fiscal o para proteger la intimidad. Pero tiene que tener un sentido económico real y tiene que cumplir de manera escrupulosa con los requisitos que marcan las leyes mercantiles y tributarias. Busque un buen asesor fiscal o patrimonial y pregúntele, ya que ciertamente pagar impuestos de más es de tontos o de vagos.

Y todo lo demás, los paseos por la línea roja, son atajos. Y cuando hablamos del bien común no valen los atajos.