De generaciones anteriores recordamos que el oro es el activo refugio por excelencia, donde va el dinero cuando las cosas se ponen feas. Aparentemente a esta afirmación la avala un track record milenario, bíblico en realidad. ¿No debería extrañarnos que haya perdido un 40% de su valor desde 2011, un periodo en el que a todos nos hubiera venido muy bien un refugio?
Nuestra opinión es que el oro es un refugio contra el mayor enemigo del inversor: la inflación. La inflación erosiona nuestro dinero sin descanso, y cuando es alta pone en juego nuestro poder adquisitivo. Es el eje sobre el que giran todas las demás variables, incluyendo el tipo de interés. Alrededor suyo se fijan salarios, alquileres, préstamos y en definitiva es la primera ficha de dominó de toda la economía, incluyendo el precio por el que se intercambia el oro.
Pero esto no es automático, es necesaria la percepción de que la economía puede entrar en colapso o en burbuja (que suelen ir juntas) porque ambas pueden hacer perder la confianza en la economía y disparar la inflación por diferentes razones.
Observen lo que pasó en la crisis del petróleo del año 79, con el oro multiplicándose casi por tres en cinco años (en naranja) y la bolsa hundida (en blanco):
Sin embargo, una vez se calmaron los ánimos el oro dejó de ser interesante y la bolsa entro en la fase alcista que marcó varias generaciones. Insisto: el oro perdió más de un 50% durante los siguientes veinte años que mientras el mercado se multiplicó por doce. Esta fase de avaricia la capturan perfectamente películas como Wall Street:
Y como siempre ocurre, la avaricia y la burbuja tienen un final catastrófico. El año 2000 dio inicio a la “década perdida” del mercado, que en los siguientes 11 años experimentó dos crisis seguidas (la segunda de extrema gravedad porque afectó a la economía real) mientras que el oro se multiplicó casi por seis. Esta sería la fase “Too big to fail”, si nos gusta el cine:
De nuevo vemos como el oro necesita casi un año para empezar a despegar, cuando empieza a percibirse un riesgo de colapso. Así funciona el oro como refugio, no en el día a día sino en marcos mucho más amplios.
¿Y cómo estamos hoy? A continuación la bolsa (en blanco) contra el oro (en naranja) desde el año 2011:
Por eso en resumen: El oro es refugio, sí, pero ante situaciones de posible colapso o burbuja. La buena noticia es que una cartera de oro y bolsa bien dimensionada habría estado compensada en cualquier momento del largo plazo, ya que todos los grandes movimientos han alternado entre ambos activos. ¿Cuál es el siguiente movimiento? Podrían quedarnos diez años para verlo.
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